La primera zona, correspondiente al Cerro de El Sombrerete, completó la excavación realizada en el año 2001, evidenciando la existencia en este lugar de un importante núcleo urbano, con material muy destacado y único en todo el yacimiento, así como numerosas estructuras, en su mayoría correspondientes a viviendas, en especial en la ladera meridional.
La vega, incluyendo el Pago de la Mezquita y el Cortijo de las Monjas, fue la segunda zona diferenciada. Aquí se ubicaba la mezquita aljama de la ciudad y se configura como una de las áreas claves de la ciudad. La cerámica encontrada es muy similar a la de El Sombrerete, altomedieval, coincidiendo el esplendor de la ciudad con la máxima expansión de la alcazaba. En el resto de la vega también se encontró material cerámico, no obstante, adscribible a periodos bajomedievales y modernos. Tales datos indican que las zonas de llano tuvieron un poblamiento altomedieval escaso, puesto que tales tierras se destinaron al cultivo.
Una tercera zona corresponde al espacio entre Cerro del Almirez y el de los Cigarrones, así como los mismos cerros. El primero de ellos tiene una importancia singular puesto que en él se encontró un conjunto cerámico destacado, en especial vidriados que permiten retrotraer la producción de estas zonas al siglo XI, época del abandono de la madina, es decir, el asentamiento más tardío de la ciudad, tal vez, Castilia del que hablan las crónicas cristianas del tiempo de la conquista. En cuanto al Cerro de los Cigarrones, este estuvo poblado en época altomedieval tal y como indican los resultados de la prospección en el sector occidental.
El Tajo Colorado y otras colinas que hay a su alrededor, constituyen la ultima zona. Muy similar al Cerro de El Sombrerete, el Tajo Colorado tiene menos cantidad de material que este, pero sí de la misma cronología. No obstante, más allá de esta prospección no se conocen más datos hasta que se realice una excavación arqueológica. Las colinas circundantes se consideran el acceso norte a la ciudad y zona de contacto con los recursos del monte. Se encontraron restos de asentamientos ocasionales, caleras y numerosos fragmentos de cerámica más reciente que la islámica.
Finalmente el Cortijo de la Moleona y del Marugán y sus aledaños son la última zona. En ellos se supone que se sitúa el enclave tardorromano citado por M. Gómez-Moreno González y posteriormente mozárabe. Destaca la gran cantidad de hallazgos y algunas estructuras, en ningún caso tardorromanas y relacionadas con el agua. La cerámica es claramente diferente a la de las otras zonas, lo que tal vez se deba a la diferencia entre la población.
Por tanto, los resultados arrojados por la prospección son claros, en lo que concierne tanto al territorio como al poblamiento. Este ultimo se caracteriza por su discontinuad, con concentraciones poblacionales en los cerros y vacíos en los llanos, lo que encaja en la idea de una madina formada por diferentes núcleos poblacionales, cada uno de ellos diferenciado por sus lazos de parentesco entre sus habitantes y uno de ellos posiblemente correspondiente a la antigua Ilíberis romana. Por lo que respecta a la cerámica, en todas las zonas de la ciudad abunda la producción de cerámica adaptada prácticamente a las necesidades mínimas, con gran abundancia de las piezas de almacenaje y transporte y poca incidencia de los demás tipos.