Tras siglos de abandono, una nueva campaña de excavaciones ya ha puesto de manifiesto que se trata de uno de los "yacimientos más importantes de Europa"
JAIME MARTÍN Es casi medio día y el equipo de arqueólogos, historiadores y geofísicos de la Universidad de Granada, que dirige el catedrático Antonio Malpica, lleva ya casi cinco horas sobre el terreno. Se encuentran sobre varias hectáreas de olivos que descansan a las faldas de Sierra Elvira, en un paisaje típicamente granadino que resulta implacable en verano. De hecho, el calor comienza a provocar las primeras gotas de sudor cuando los jóvenes geofísicos terminan de señalar con un georadar los puntos en los que se han encontrado ´anomalías´ o, en otras palabras, posibles hallazgos arqueológicos. El artilugio, al igual que el sistema de orientación de los murciélagos, emite una serie de ondas que son dirigidas al subsuelo. Si la onda rebota en un corto periodo de tiempo, indica que algo ahí abajo no es ´natural´.
Es pleno verano y se está llevando a cabo la tercera campaña de excavaciones en la ciudad perdida de Madinat Ilbira, una semilla urbana de origen árabe que supuso, en los siglos X y XI, uno de los puntos de gestación de la ciudad de Granada.
"Esto no es una formación natural". Malpica, arqueólogo de referencia internacional, dirige su mirada a través del campo de olivos en dirección a un desnivel del terreno. Lo que le extraña al investigador es la existencia de un altiplano en mitad de la ladera que hace extensión a uno de los picos más conocidos de Sierra Elvira, el cerro de ´El Sombrerete´. Ello, unido a una acumulación de anomalías en la zona, determina que posiblemente el equipo de investigadores esté ante una importante estructura que aún reposa bajo varios metros de tierra.
Las dificultades comienzan a la hora de delimitar la zona de excavación, ya que el yacimiento está dentro de una propiedad privada y los olivos son intocables. Lejos de las emocionantes jornadas de aventura que se le suponen a los arqueólogos, el trabajo de campo tienen más que ver con la paciencia y una cuidada metodología. Medir, comprobar y certificar el área en el que se tienen que buscar los restos es una de las actividades en las que las tres disciplinas que hacen posible la investigación tienen que convivir. Luego será tiempo para excavar, pero eso llegará en las próximas jornadas.
La ciudad perdida. La existencia de la ciudad de Madinat Ilbira se conoce por documentos históricos que hacen referencia a ella y, sobre todo, por las excavaciones que llevó a cabo el erudito Manuel Gómez-Moreno en el siglo XIX. Antes, tan sólo la cultura popular había mantenido el recuerdo de que en algún tiempo, hubo una importante urbe que antecedió a Granada. Fue en 1868, en el transcurso de la construcción de la carretera de Córdoba a su paso por Atarfe, cuando aparecieron los primeros yacimientos. Esto motivó que la Comisión Provincial de Monumentos comenzara a visitar la zona hasta que, en 1872, Gómez-Moreno inició los primeros trabajos serios de arqueología que darían como resultado la aparición de un muro de pierda caliza y el fuste de una columna. A partir de ahí, el yacimiento comenzaría a ofrecer pequeños ´tesoros´ en forma de lámparas –actualmente custodiados en el Museo Arqueológico Provincial– y otros tantos objetos islámicos de uso cotidiano. Y con estos descubrimientos también llegó el expolio, que ha sido una constante desde que cesaron las excavaciones en 1878, para no volver a iniciarse más de un siglo después, en 1999.
Entonces no se tenía conciencia de la magnitud de lo encontrado, pero con la llegada del siglo XXI, parece que los restos de Madinat Ilbira han comenzado a clamar por un poco de atención, sobre todo porque los furtivos estaban desangrando la zona y se hacía urgente actuar para poner en valor y proteger el yacimiento. Así, tras unas excavaciones realizadas por el equipo de Antonio Malpica en el año 2003, para delimitar el terreno y saber realmente la extensión que tendría esta ciudad, llegó la tan deseada declaración de Bien de Interés Cultural, BIC, y por primera vez desde hace diez siglos, Madinat Ilbira volvió a estar protegida, esta vez no por una Alcazaba, sino por la legislación.
Tiempos modernos. Pasear por lo que fue la ciudad de Madinat Ilbira e imaginar que un día estuvo ahí, resulta un buen ejercicio de imaginación. Las fábricas circundantes, las canteras, el vecino pueblo de Atarfe y la enorme extensión de olivos, hacen que cualquier hallazgo arqueológico parezca todo un milagro. Y sin embargo, de la mano de los expertos, todo se hace mucho más claro y hasta parecen resurgir, fantasmagóricas, las mezquitas, casas y talleres que un día formaron la próspera comunidad.
Antonio Malpica, como el resto de sus colaboradores, son conscientes del enorme trabajo que queda por hacer. Las excavaciones de 2005 y 2007, primeros pasos del proyecto general de investigación que se extenderá hasta 2010, supusieron un gran empujón moral y sobre todo, institucional, para plantear en serio la creación de un Plan Director que llegará en este año, y que tendrá la responsabilidad de construir el futuro de Madinat Ilbira. Fue tras el descubrimiento de una muralla en el lugar conocido como ´Los caballitos del rey´, así como la Alcabazba y varias casas labradas en el cerro de ´El Sombrerete´ y del barrio artesanal, ya en la zona de los olivos, cuando la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento de Atarfe empezaron a difundir la importancia del yacimiento y a prometer ayudas a la investigación.
De este modo se estableció una oficina Técnica dependiente de la concejal Paqui Fullerat, y una partida presupuestaria de la que, según Malpica, todavía se deben 10.000 euros desde el año 2007. La Delegación de la consejería de Cultura ha prometido 40.000 euros más, a los que se le unirán 20.000 euros para obras de conseración de las excavaciones realizadas en campañas anteriores y otros 20.000 más para la creación del Plan Director. Carencias como la mencionada repercuten en el trabajo diario del equipo de investigación, que tiene que desarrollar su labor en un almacén con escasas prestaciones y en el que resulta muy complicado trabajar durante las jornadas estivales.
Por ahora se está entrando en la tercera y última fase del proyecto de investigación, que estipula, según la legislación vigente, que cualquier excavación arqueológica debe constar de un año dedicado a la propia excavación, y otro centrado exclusivamente a analizar los restos encontrados y detallar en un informe todos los descubrimientos del equipo.
Pero todavía queda un mundo de trabajo por hacer, ya que apenas se está en la primera fase de un proyecto muy ambicioso que seguro, "ocupará a las generaciones venideras", como aseguran los entusiasmados arqueólogos.